Chris Anderson, editor en jefe de la revista Wired, fue quien acuñó el término Larga Cola, en su libro La economía Long Tail, haciendo referencia a la modalidad comercial del siglo XXI que se basa en vender poco a muchos usuarios a través de los diferentes nichos económicos que se desarrollaron en Internet. Según el autor, en este espacio se cumple la regla del 98 %, ya que los consumidores “exhiben una conducta constante y consumen casi todo”.
Esto significó un cambio de paradigma en la economía global, que basada en la cultura del éxito dejaba de lado otros segmentos menos populares y hasta desconocidos. El ejemplo recurrente que utiliza Anderson hace referencia a las limitaciones físicas del mercado musical. Tener discos que se venden poco, hacerse cargos de los costos de distribución e inventario y que ocupen el lugar de otros posibles hits musicales no es redituable por estos días en los que el mp3 ya ha ganado la batalla a las compañías musicales.
Lo que sin duda ha marcado el rumbo de la long tail fueron los agregadores: una compañía o servicio que reúne una enorme cantidad de bienes y los hace accesibles y fáciles de encontrar, generalmente en un solo lugar. Al conectar los inventarios dispersos de miles de tiendas de libros usados, crea un mercado dinámico donde antes había un mercado estático.
Para el editor de la revista tecnológica de culto para miles de nerds alrededor del planeta, el cálculo básico de la larga cola hace mención a que cuanto más bajos son los costes de venta, más se puede vender. Por lo tanto, los agregadores son la manifestación de la segunda fuerza. La democratización de la distribución. Todos ellos bajan las barreras de acceso al mercado, con lo cual permiten que más productos las atraviesen y encuentren su público.
Dos de los casos exitosos de agregadores en Argentina pueden ser Taringa y Mercado Libre. El primero se enmarca dentro de la categoría de comunidades, basado en la producción de contenidos creados por el usuario, que desarrolla la economía del minorista digital puro, porque cada entrada en la base de datos no cuesta nada. Mercado Libre, en cambio, es un agregador de productos físicos, que representan un mercado híbrido que combina internet y el uso del correo.
Esto significó un cambio de paradigma en la economía global, que basada en la cultura del éxito dejaba de lado otros segmentos menos populares y hasta desconocidos. El ejemplo recurrente que utiliza Anderson hace referencia a las limitaciones físicas del mercado musical. Tener discos que se venden poco, hacerse cargos de los costos de distribución e inventario y que ocupen el lugar de otros posibles hits musicales no es redituable por estos días en los que el mp3 ya ha ganado la batalla a las compañías musicales.
Lo que sin duda ha marcado el rumbo de la long tail fueron los agregadores: una compañía o servicio que reúne una enorme cantidad de bienes y los hace accesibles y fáciles de encontrar, generalmente en un solo lugar. Al conectar los inventarios dispersos de miles de tiendas de libros usados, crea un mercado dinámico donde antes había un mercado estático.
Para el editor de la revista tecnológica de culto para miles de nerds alrededor del planeta, el cálculo básico de la larga cola hace mención a que cuanto más bajos son los costes de venta, más se puede vender. Por lo tanto, los agregadores son la manifestación de la segunda fuerza. La democratización de la distribución. Todos ellos bajan las barreras de acceso al mercado, con lo cual permiten que más productos las atraviesen y encuentren su público.
Dos de los casos exitosos de agregadores en Argentina pueden ser Taringa y Mercado Libre. El primero se enmarca dentro de la categoría de comunidades, basado en la producción de contenidos creados por el usuario, que desarrolla la economía del minorista digital puro, porque cada entrada en la base de datos no cuesta nada. Mercado Libre, en cambio, es un agregador de productos físicos, que representan un mercado híbrido que combina internet y el uso del correo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario