6.4.09

La vida según Monsanto

En su visita a Buenos Aires para presentar una investigación sobre los productos transgénicos, la periodista francesa Monique Rubin denunció la gravedad de la sojización en la Argentina. "Es hora de tomar medidas”, advirtió.

Desde la década del ’90 que la superficie cultivada con transgénicos en el mundo se multiplicó por 60. En 2006 el área global sembrada con organismos genéticamente manipulados (OGM’s) llegó a 102 millones de hectáreas. Del total, el 98 por ciento está concentrado en ocho países. La Argentina ocupa el segundo puesto del podio con 18 millones, detrás de los Estados Unidos con 54,6 millones. Le sigue Brasil con 11,5 millones. Según datos de Red-AL (Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina) casi 100 por ciento de la soja, 73 por ciento del maíz y el 80 por ciento del algodón cultivado en el país corresponden a variedades transgénicas.


En su paso por Buenos Aires para presentar su revolucionario libro El Mundo según Monsanto, la periodista francesa Marie Monique Rubin lanzó un llamado de alerta: “La situación acá es muy grave, me da pena decírselos pero hay que entenderlo, oírlo, para tal vez poder tomar medidas”. Rubin investiga desde hace años los efectos de los OGM’s en las personas. “En la Argentina tienen dos tipos de problemas: los residuos de glifosato en la soja, que mucha gente aquí la come porque hubo mucha propaganda para comer milanesa de soja, para comer Roundup y las fumigaciones de herbicidas que significan problemas de salud para mucha gente”.

Los OMG’s son organismos nuevos creados en laboratorios que han sido alterados mediante la inserción de genes de otras especies. A la papa se le injerta el gen de resistencia al frío del salmón para resistir las heladas, por ejemplo. Al término de la presentación de El Mundo… en la Biblioteca Nacional, Javier Souza, de Red-AL, explicó que “son alteraciones que no ocurren por sí solas en la naturaleza, todo lo contrario, las multinacionales rompen las barreras entre especies y causan múltiples daños en los ecosistemas y la salud humana”.

Corina y Sofía son vecinas de Ituzaingó Anexo, un pueblo cordobés con 300 familias enfermas de cáncer por las fumigaciones indiscriminadas de los campos de soja con Roundup Ready, el herbicida que produce la estadounidense Monsanto. “En todos los estudios (que se hicieron en la zona) encontraron agroquímicos en el agua, el aire y el suelo; aire que respiramos, agua que tomamos y tierra que no cosechamos”, comentó Corina con resignación. “Estamos cansados de la investigación y los estudios, queremos que se tome la decisión política que nunca se tomó porque lamentablemente el país vive de la soja y está permitiendo que mueran miles de personas en silencio”, agregó Sofía.

Ituzaingó Anexo fue declarado inhabitable hace dos años, contaminado hace siete meses y el valle donde está emplazado se encuentra en emergencia sanitaria desde octubre pasado. Hasta allí llegó la ministra de Salud, Graciela Ocaña, para interiorizarse del devastador efecto de los herbicidas y plaguicidas. Prometió 1,6 millón de pesos para tomar muestras de sangre, aire, suelos y agua. “Si los resultados, como los de Monsanto, dicen que no pasa nada, no va a pasar nada en ningún lado”, sentenció Corina.



Para Jorge Carpio, director de FOCO, una ONG que fomenta la participación ciudadana por la justicia y los derechos humanos, el objetivo de las empresas es obtener más ganancias. “Diseñan más del 91 por ciento de semillas transgénicas y después te venden el único herbicida que sirve para que la planta viva. Controlando las semillas, controlan el sistema agroalimentario mundial”, denunció.

Luego de seis años de trabajo y más de 80 entrevistas a funcionarios, ingenieros, bioquímicos y ex empleados de agroquímicas multinacionales, Rubin comprobó que Monsanto mintió, falseó documentación oficial y llevó a cabo una campaña publicitaria mundial engañosa. “En todos sus botellones de Roundup decía que era biodegradable, pero muchos estudios científicos demostraron que después de 28 días sólo el 2 por ciento se biodegrada”, explicó ante una platea anonadada el 30 de marzo pasado. Empresas como Dupont, Sygenta, Bayer, Cargill-Dow Chemical y Pharmacia de Monsanto aseguran que con los transgénicos se ayuda a resolver el problema del hambre en el mundo, se promueve una agricultura libre de agrotóxicos y contribuye a reducir la forestación.

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