1.9.10

La Ciudad, pista de obstáculos para ciegos

Unos 3.000 no videntes deben moverse por la Capital Federal, una ciudad repleta de barreras arquitectónicas. Y las autoridades no toman medidas de fondo para garantizarles la accesibilidad.


Moverse por las calles de Buenos Aires es como estar inmerso en una pista de obstáculos. Veredas rotas y desniveladas, carteles de negocios, rampas mal hechas, andamios y el tránsito diario componen un escenario urbano hostil para quienes no pueden ver.

Santiago Morrone es secretario de la Asociación Pro Ayuda a No Videntes (APANOVI) y conoce bien Boedo, el barrio que transita prácticamente todos los días: doblando por Boedo a Cochabamba, y luego a Maza, tiene que esperar para cruzar porque allí no hay semáforo y el tránsito de Cochabamba es alto porque conecta a la autopista. En Maza tiene que alejarse de la pared porque tres personas tomaron media vereda para aprovechar el resguardo de la autopista. Da la vuelta por la calle Constitución, tantea con su bastón la vereda rota y pasa sin trastabillar, más allá de que faltaban varias baldosas. “Si viene un ciego nuevo por acá, sale corriendo” dijo marcando la pauta que moverse por las calles porteñas no es una tarea sencilla.

¿A cuántos afectan estos escollos? Las últimas estadísticas oficiales existentes son las de la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad (ENDI), de 2003, que revela que del 22 por ciento de las personas discapacidad visual que viven en el país, unos 40 mil residen en la Ciudad, y de esa cifra, el 7,1 por ciento padece ceguera total, es decir, unas 3.000 personas. Para el censo nacional que se realizará en octubre, el cuestionario prevé preguntas respecto a personas con capacidades diferentes. Por otra parte, la Comisión para la Plena Participación e Inclusión de las Personas con Discapacidad (COPIDIS), que depende del Gobierno porteño, no cuenta con un censo propio y por el momento no se evalúa realizar uno a nivel local, según informó el área de prensa del organismo.

“Hablan de inclusión en COPIDIS pero su página de Internet no cumple con la accesibilidad para que las personas con problemas visuales puedan acceder a ella”, comenta Morrone, una paradoja al tratarse de un área que busca la integración. Ante esto, Ariel Peloni, coordinador de prensa de COPIDIS, aseguró que “desde el área de sistemas de la web del Gobierno de la Ciudad se estudian cambios para la página”, aunque no hubo mayores precisiones al momento de publicación de esta nota.

La existencia de los obstáculos no es sólo responsabilidad de las autoridades, también lo es de comerciantes que sacan los carteles a la calle, los toldos bajos que obstruyen el paso y los andamios colocados para las obras en construcción. Respecto a los andamios, Morrone reclamó que “las empresas los adapten con una barra horizontal en la parte de abajo que permita con el bastón detectarlos y así no pasar por ellos”.

Otro punto crítico son las rampas. “Se hacen a lo pavote, quedaron muchas de plástico y ni tienen una angulación correcta, no sirven”, comentó Morrone, quien perdió la visión a los 10 años y hace 36 que es ciego. Y respecto a los semáforos especiales, hay 12 en la Ciudad. Uno de ellos está en Boedo y Cochabamba, pero es diferente a los del bip, ya que funciona con un control remoto que acciona una voz que indica si se puede cruzar o no. “La idea es que haya más semáforos, y este sistema es mejor porque no hace ruido todo el tiempo, lo que puede resultar molesto para el vecino que quiere descansar”, contó.

Las barreras arquitectónicas, una manera elegante de llamar a los obstáculos de infraestructura que deben enfrentar las personas con discapacidad, hoy día existen. Se las impone la Ciudad en sí misma. Y es el Estado el que debe facilitarles el acceso para que las condiciones para todos los ciudadanos sean las mismas.




Ver Organismos públicos y entidades privadas para personas ciegas en un mapa más grande

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