Las personas que paseaban por el lugar se detenían a ver las prendas. Algo llamativo era que hasta los mismos corredores compraban y cambiaban su vestimenta ahí mismo.
Una oportunidad única. El día se prestaba para el paseo de los que no quisieron correr o para los que quedaron fuera de los cupos para participar de la maratón. Podían ser espectadores del evento o hacer shopping todo en el mismo sitio.
Los vendedores repartían tarjetas por si alguien quería pedir más mercadería y era enviada a domicilio, como el caso de Adrián, quien estaba a cargo de uno de los puestos de indumentaria deportiva.
Una buena estrategia de venta, aunque suene controversial, con las medidas tomadas por el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, ante este tipo de actividad comercial en la calle sin habilitación. También, había quienes ofrecían comida y accesorios -muñequeras, vinchas, gorras- para reforzar lo que ya les proveían los organizadores del evento a los participantes, abriendo la posibilidad a los concurrentes del lugar a poder acceder a ello.
Un gran despliegue comercial rodeaba al evento gratuito de toma de conciencia sobre la seguridad vial. No es un detalle menor si tenemos en cuenta las necesidades por conseguir un ingreso mayor por venta en una localidad de status económico alto y que se realizó a comienzo del mes.
Nota vinculada: Florencio Randazzo corrió la primera carrera por la seguridad vial
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