Los hombres no quieren a las mujeres al mando

Ante tamaña desaprobación de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner en el poder, quisimos indagar acerca de qué piensa la gente común y corriente; ¿hay posibilidad de que vuelva a gobernar una mujer? Incluso en las respuestas, el tema del “género” se hace notar.

Frente a una misma pregunta: ¿Cree que se volvería a votar a una candidata mujer en las próximas presidenciales teniendo en cuenta el desempeño de Cristina Fernández?, se produce una debacle de géneros: mientras que los hombres, en general, se muestran más reticentes y dudan que vuelva a salir electa una fémina, las mujeres no creen que el desempeño de Fernández vaya a verse reflejado en una menor preferencia por las candidatas.

La respuesta de Facundo Esteves, estudiante de agronomía de la UCA, refleja muy bien la postura que predomina entre los hombres: “que haya otra mujer en la presidencia, en ese cargo, es muy difícil, veo a un hombre nuevamente”.

Hay otros que son aún más enfáticos como Luis Cavallini, conserje de un edificio en Palermo, quien directamente dice: “yo creo que no va a haber más presidenta mujer acá” o Víctor Gómez, surtidor de nafta, que responde que “ni en pedo” volvería a votar a una mujer.

Para Noelia Morresi, ejecutiva de un banco en Palermo, es muy importante el rol de la mujer en la política y no cree que el desempeño de la Sra. K vaya a terminar con las mandatarias. Algo similar plantea la diseñadora de vestuario Adriana Piccardo: “si fuese alguien a quien uno le pudiera creer yo creo que sí se la podría votar perfectamente, lo que pasa es que ahora no estamos teniendo muy buenos resultados con Cristina”.

Pese a todo también están –aunque son pocos- los que tienen una postura más conciliadora como Gustavo Cánepa, jubilado, quien afirma que hay casos en que las mujeres lo han hecho bien como es el caso de Michelle Bachelet en Chile así es que “no se trata ser hombre o mujer”.

Cabe destacar que de un 60% de aprobación con que Cristina Fernández asumió como mandataria, hoy los niveles de desaprobación han descendido a menos de la mitad y la percepción positiva que se tenía en un comienzo hoy está lejos de ser neutral.