Pasaron apenas unos pocos minutos de las 19 cuando finalmente comenzó la conferencia. La misma fue organizada por los profesores Luis Rosales y Gustavo Alzogaray, licenciados ambos. El tema a tratar era el Marketing político y las campañas electorales. El expositor fue Gustavo Ferrari, Diputado por la Provincia de Buenos Aires y Jefe de la campaña publicitaria de Francisco de Narváez.
La conferencia comenzó con una breve introducción de su carrera como político. Nació en Chivilcoy pero tras su adolescencia decidió formase en la capital. Hijo de padre afiliado al peronismo y madre al radicalismo, él decidió igual que su padre. “Si hoy pregunto quién de ustedes está afiliado seguro que nadie levanta la mano”, deslizó.
Tras su interesante presentación pasó a explicar las estrategias que ayudaron a de Narváez a salir del anonimato. Y, como él mismo expresó: “Antes a Francisco no lo conocía nadie. Pero bueno, en el verano del 2004 nos fuimos a la playa. Regalamos naipes, parasoles y sombrillas. Ese fue el primer paso”.
La campaña de Francisco de Narváez para las elecciones legislativas de junio del año pasado, ocuparon gran parte del tiempo del conferencista. En esa elección hubo mucho en disputa. Era Unión PRO contra Néstor Kirchner y sus candidaturas testimoniales. En referencia al ex-presidente dijo “teníamos que ganarle a alguien que gozaba de un poder ilimitado”. Entonces pusieron manos al asunto. El primer paso, cuenta, es básico. Dice que la gente vota a quien conoce, por lo que implementaron avisos publicitarios con sólo dos recursos: la cara y el nombre. Sencillo. En las calles, en la televisión y hasta en los partidos de fútbol. Esto último, comenta, ayudó a posicionarse entre la población masculina.
Con respecto a la televisión, el jefe de la campaña y Diputado por la Provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari, señala que tuvieron un factor determinante para poder mostrar al “colorado” como ellos querían: “los canales de TV no nos cubrían porque ellos sabían que nosotros lo filmábamos, lo editábamos y se lo entregábamos, sin que ellos tuvieran que mover un dedo. Eso nos ayudó, ya que lo que la TV mostraba era lo que nosotros queríamos mostrar”.
La estrategia ya estaba encaminada. A Francisco de Narváez ya todos le conocían la cara. Publicidad en todos los medios. Además, la idea del “Mapa de la inseguridad” y la predisposición para el debate lo posicionaban entre los primeros. Pero hubo un punto de quiebre “inimaginable” como comenta Ferrari, pasada la hora de exposición. “Hubo tres factores con los que no contábamos: el imitador de Tinelli, un homónimo Narváez presionado por el gobierno que se postulaba y un tal Segovia, que nadie conocía”. En primer lugar, desoyeron a la mayoría y se presentaron en el programa. Fue un gran acierto, comenta con una sonrisa pícara. Luego, el próximo paso fue desenmascarar al falso postulante: “nos dimos cuenta que ese tal Narváez iba a la radio y hablaba espectacular, pero nunca a la televisión. Era una farsa, como nadie le conocía la cara, hablaban en lugar de él”. La tercera piedra en el camino fue el vínculo por un teléfono celular con un capo de la droga, de apellido Segovia, del cual él dice que nada tenían que ver y que luego la justicia lo constató. “Francisco tiene a su nombre, directa e indirectamente, 1242 teléfonos”, se excusó.
La conferencia llegó a su final. Ya Francisco de Narváez había ganado las elecciones unos meses atrás tras una gran campaña publicitaria. El gasto fue grande, acepta el Ferrari, pero lograron el objetivo.
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